jueves, 5 de noviembre de 2009

El sabor de la Poesía en Nosotros

Por Dr. Eduardo Gautreau de Windt

El festival pasó, pero indudablemente ha dejado un sabor especial en todos nosotros. Un sabor agradable que perdurará como sus "Palabras en el Tiempo".

A través de la historia todas las conquistas se han logrado por dos medios fundamentales, la fuerza o la palabra. Las de la fuerza, llamadas también de la espada, han persistido menos que las de la palabra. No necesito referencias, ahí está la historia de la Humanidad, toda. Las conquistas de las palabras perduran en el tiempo, pues llegan al alma de la misma humanidad. Es ella una espada con una fuerza enorme, que traspasa barreras y derriba obstáculos. No en balde, ha sido el arma preferida de todos los "grandes" de las civilizaciones a través de todas las culturas y los distintos tiempos.


Físicamente el hombre es un ente biológico hecho de agua (70%), más allá de lo físico (metafísicamente) es un ser de palabras. En palabras pensamos, siendo nuestro pensamiento el lenguaje interior que poseemos (Gamoneda), en lenguaje nos comunicamos con los demás, dando constancia de nuestra existencia, y a través de este mismo don nos perpetuamos, trascendiendo más allá de nuestro existir cuando creamos mundos para los demás, que en palabras traspasan los tiempos. "Pienso, luego existo", dijo Descartes, consciente de que esta era la clave del existir humano, y precisamente para pensar nos es indispensables las palabras.

La palabra, cuando se viste de poesía, como nos recordó Gamoneda, "crea y revela" lo extraordinario de la existencia humana. Viene y va al alma pues a ella es que pertenece. Conmueve, interpela, cambia al ser interior para renovarse a través de la palabra misma.

Es la poesía el sublime arte de hacer con las palabras hermosura, cualidad o don exclusivo del humano, como ser pensante, creativo y absoluto dueño terrenal de la palabra. Y el arte es al alma humana al igual que el agua y el alimento al cuerpo. Es el nutriente universal para sostenerla en medio de sus tribulaciones, es el bálsamo que alivia las desventuras que la misma vida le infiere. Sirve, el arte, para restañar el “yo” tan vapuleado, a veces, por la cotidianidad. Es, a la vez, tabla de salvación y alas para remontar por encima de las tormentas que pueden hacer naufragar la esencia de cada cual en el diario vivir.

La poesía, por medio de las palabras saca del interior lo mejor del ser y lo pone como regalo a los demás. Estimula el pensar, desarrolla el lenguaje, revive la sensibilidad en todo humano. Es un excelente medio de cultivar y educar a los demás. Todo aquel que es “regado” con poesía es una persona distinta, con menor tendencia a la violencia, más inclinada a las “cosas” de la “mente”, más sutil, más humana...

Aprovechemos, adecuadamente, este nuevo impulso poético que nos dejaron esos ilustres visitantes “alados”, labremos, ahora el verdadero legado que nos debe dejar el II Festival de Poesía de Santo Domingo, gracias a su éxito, que es, a mi juicio, utilizar la poesía como ente de un pensar y un hablar por la excelencia. La poesía como “arma” para mejorar poco a poco a todos los que nos rodean. En nuestras casas, en las escuelas, en las Universidades, en las instituciones y en las calles. Porqué, como dijo García Lorca, ella está en las calles y pasa a nuestro lado, y aunque sea un soñador, pues soy poeta, creo como Gamoneda, que la poesía puede trasformar a las personas y si, chin a chin, logramos esto algo aportamos para el cambio de nuestra humanidad. Moramos, al transcurrir nuestras vidas, en ese empeño y no habremos de vivir en vano.

El autor es médico y escritor

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